El hombre decidió considerar que era lo que tenía entre sus manos y descubrió un folio que contenía seis hojas impresas prolijamente abrochadas y con el siguiente título: “EL CUENTISTA” Saki.
Como negándose a la irreal realidad de que esas hojas lo estaban esperando, volvió a mirar en todas direcciones buscando la persona responsable del extravío. Rendido ante la evidencia de que nadie reclamaría el folio, el hombre se dispuso a leer. Primero con desconfianza y luego con ansias de saber como terminaría aquella historia.
Yo por mi parte llegué a destino preguntándome que gesto destilaría ese rostro una vez concluida la lectura de la herencia que le había dejado.
Paulo Prella
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejá tu opinión aquí.